PARA LEER LOS CUENTOS, TIENE PREVIAMENTE QUE PONER PLAY EN EL VIDEO. EL CUENTO SE DEBE LEER CON LA MÚSICA DE FONDO. POR ESO SON CUENTOS PARA CANCIONES.

domingo, 17 de julio de 2011

Sigue resistiendo (autobiográfico)




Duele. No aflojes. Sigue resistiendo. Miles de imágenes bailan, brillan e interrumpen mi concentración en pleno partido. Me proyecto ganador. Pero la batalla es abrumadora.
Al lado, mi compañero de padel se reprocha una pelota perdida, un error no forzado, mientras yo atenazo entre mis manos el cuádricep quejoso.
Duele, no aflojes. Un salto más, una corrida interminable, entre rengueo y sudor.
Un smash potente sacude mi modorra mental. La paleta tirita en mi mano.
Fuerte. Sujetala fuerte, carajo. Pero mi mano tiembla.
Otro saque, una pelota corta. Y mi alma al pavimento para pegarle. Dejo piel, sangre en el piso y llego a conectar una diagonal formidable. Un grito de hambre y furia sacude los alambrados. Me miro la palma de la mano y tres hilos finos de sangre la recorren. Quirología turbia.
Intento silenciar las voces que me lastiman diciendo: “no podrá hacer deportes” y de repente se cruza un “no dejes que me enamore de ti”, esos ojos dulces, preciosos...
Me confundo, y pierdo otra pelota. No te distraigas. Aférrate al triunfo. Sólo ese importa.
“Es gracioso como se mueve”, “es gracioso como te mueves”. 
Me escondo entonces a las miradas y pego rabioso una volea torpe. "Así no", me exijo. Me obligo a la perfección. "Nadie se acuerda de los segundos", castigo a mi cerebro. "No importa si no llegas a la cima, disfruta el viaje” dice entonces una voz. “Es tuya” me grita mi compañero mientras me obligo a una carrera imposible para devolver la pelota. No llego. Era mía. Era mía. Pero la perdí.
Entonces tiemblo de nuevo por dentro, mientras me muestro entero. Ellos son mejores. “No lo demuestres”. Me duele. Sigue resistiendo.  Qué cobarde, tengo miedo. “Por lo contrario, no tener miedo es ser inconsciente.  Tener miedo y enfrentarlo, es valentía.”. Otra vez la voz que se pierde, como la pelota, como ella.
Todo mal, nada bien, que es lo mismo. Un animal, iracundo, acorralado. Le vuelvo a errar. A la pelota. A las decisiones. No te rindas. No dejes que se acerque, ni que se aleje. ¿?
¿Qué? ¿Qué digo?
Duele. Duele el músculo. Duelen los pensamientos. Nunca terminan de nacer.  Me arrodillo en pleno partido, pero no termino de caer. Y miro al cielo amenazante. Y grito: “Golpea fuerte Dios con tu martillo, sólo que no hay barro que moldear, sino roca y granito y prótesis de titanio”. Golpeo el pecho. "Y si tú no estás, seguramente el tridente del maldito intentará pinchar mis entrañas, y lastimarme aún más que tu ausencia... tú de nuevo en mi cabeza, tú... vos..." ¿Para que me tocas y acaricias y me dejas borracho con tu olor a pétalo? Y me regalas encima tus ojos miel y tu cuerpo y sudor. ¿Para qué? ¿No te das cuenta que no hay nada que me quite el embrujo o estás acostumbrada a esas almas que vagan y se divierten con sentimientos vacíos?  ¿No te das cuenta que duele y me cierra y además no me permite creer en otras flores y colores?

Fabulosa.
Enamorada, no de mí.
Radiante.

Tuviste mi cuerpo. Mis caricias que a nadie di porque están enterradas y no saben renacer. Mi dulzura perdida en tanto grito y dolor. Me vacié. Y te dejé. Y te perdí.
“Hay una luz en algún lugar”. Si hay oscuridad, hay luz entonces.
Un smash. La pelota fogonea en su velocidad. Imposible tomarla. Quema. “Es tuya” grita mi compañero. “No, no llego. La perdí”, sollozo. Y bajo la cabeza. Y me río. Una mueca de rebeldía.
Duele. No aflojes. No te rindas.
El partido terminó. El resultado, una anécdota. Una derrota. Otra más.
Me río. Levanto la cabeza, miro a mis rivales y les grito:

"¿Jugamos la revancha?"


No hay comentarios:

Publicar un comentario