(Música para escuchar de fondo: In my dreams- Reo Speedwagon)
Llueve. Amanece en esta noche. El sudor de la luna confunde
sensaciones, entonces abrazo la almohada para soñar, porque “en mis sueños, tú
me amas”. Pero el rocío nocturno taladra la habitación y no me deja abstraerme
de la realidad.
La vida es un chiste... sólo que no le veo la gracia.
La melancolía se encarga de unir imágenes de mi cuerpo con tu adentro, aún sin tocarte. La música se ocupa de amplificar la nostalgia. La música. La lluvia. El sudor de la luna.
La vida es un chiste... sólo que no le veo la gracia.
La melancolía se encarga de unir imágenes de mi cuerpo con tu adentro, aún sin tocarte. La música se ocupa de amplificar la nostalgia. La música. La lluvia. El sudor de la luna.
Cierro los ojos porque sé que cuando los abra, estarás allí.
Pero la mente se aferra a la realidad... “si tan sólo
pudiera quedarme dormido”.
Desfilan todas las desilusiones: los amigos perdidos, los
amigos ausentes, los perros abandonados dignos de atención y los pobres
vagabundos invisibles... a los mismos ojos. Tanta hambre y menos salud. La
agresión, siempre a flor de piel, los bocinazos, la política, los opinólogos a
la distancia, los pocos Mozart y la acumulación de Salieris, las frustraciones,
los amores perdidos, las turritas de turno, los hijos de puta, los asesinos,
los calores inaccesibles y ya fríos. Las risas, muecas distantes e inaudibles.
El verde del campo, su olor, el aire, el cielo celeste y ausente. El sabor
dulce del juego por el juego mismo, sin la búsqueda de la victoria como una
necesidad de demostrar lo que nadie quiere ver. Ni le interesa. Tanto duelo en
proceso sin curar. Y también el tiempo que no tenemos, por las mismas excusas
de siempre. Y las vidas que se arman como satélites en atmósferas imposibles,
los cuentos de otros, a veces fábulas.
Cierro los ojos porque sé que cuando los abra, estarás allí. Aunque ahora tengo miedo de abrirlos, porque ya nada es seguro. Entonces tiemblo porque tengo frío en este calor. Y aunque tirite, me fuerzo por soñar, por soñarte, con los ojos bien cerrados.
Y percibo, en plena oscuridad, tanta luz que te quemaría.
Veo los “te amo” callados, los amores cobardes, gallardos. Los puños cerrados,
caricias. Tus ojos fijos en mí, otra vez. Mi cuerpo con tu adentro. Los amigos,
encontrados. La monotonía en armonía. La música. La lluvia. El sudor de la
luna... pero entra tanta, tanta luz, que te quemaría. Un abrazo eterno. Un
llanto olvidado que finalmente surge con la fuerza de un trueno místico. Un
beso increíble. Un gesto inesperado. Un acto altruista.
La música termina.
La lluvia no cesa.
Cierro los ojos porque sé que cuando los abra, estarás allí
Finalmente, los abro.
Y veo.
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